sábado, 9 de noviembre de 2013

Infancia

Todo el mundo habla de traumas de la infancia, de cosas que le han marcado y le han dejado un hueco profundo en el alma, o una grieta irreparable que no pueden cerrar con nada. Cosas que al fin y al cabo a día de hoy les han hecho como son, les han formado personalmente con todas sus creencias, miedos y consecuencias.  Y yo, con esta moda de quejarse o de justificar sus actos cogiendo esto como excusa, no me entiendo. Quiero decir que no consigo aplicármela. No es que tuviera una infancia excesivamente feliz, lloraba como todos los niños, me hacía rasguños grandes en las rodillas y me quejaba porque quería seguir columpiándome en el columpio y ver la tele hasta tarde. Pero casi todo lo he olvidado, no ha quedado nada notable en mi mente.